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Foto del escritorSilvia Berdejo Gomez

Sombra roja

A lo largo de la historia ha habido muchas guerras, muchos sacrificios y toda esa oscuridad y horror ha hecho que mucha de la información sobre nuestros antepasados haya desaparecido. Los historiadores de nuestra época crean historias a partir de ruinas, fósiles y pinturas, pero ¿Cómo podemos saber realmente lo que ocurrió en nuestro pasado?

Hace tiempo que me estoy planteando esa pregunta, ya que no dejo de tener el mismo sueño todas las noches y me he dado cuenta de que ese sueño tal vez no es lo que parece, tal vez es un recuerdo, un recuerdo de una vida anterior.

Por ello, he decidido ir a visitar a un psicólogo e hipnotizador que me hará un estudio para saber si realmente estos sueños, estos recuerdos, pertenecen o no a una vida anterior:

—¿Cómo es su sueño? — me pregunta el doctor.

—Estoy en un pueblo, un pueblo medieval, es de noche y los pueblerinos están nerviosos, corren de un lado al otro con antorchas y las mujeres gritan.

Me recuesto en el sofá de la consulta y cierro los ojos para visualizar mejor el sueño.

—Y ¿Dónde estás tú? — me pregunta.

—Yo estoy en la muralla, mirando hacia la oscuridad del bosque, los hombres susurran un nombre, la Sombra Roja está cerca.

De pronto estoy allí, siento el frío nocturno y temor de los soldados. El Capitán se da cuenta de mi presencia y me grita:

—¡Eh tú! ¡Mercenaria! Este no es tu sitio, deja que mis hombres hagan su trabajo, vete con las mujeres y los niños…

—Yo sé luchar, puedo ayudaros — replico.

—Las mujeres no están hechas para el arte de la guerra, deberías irte.

Los soldados se ríen por la respuesta del Capitán y eso enciende la ira de mi interior. Decido largarme, pero no para irme con las mujeres y los niños, sino para buscar un caballo.

Le robo uno a uno de los soldados del Capitán Drum y voy al galope hasta la torre del Rey. No tengo intención de proteger ni de hablar con el Rey, tan solo quiero estar a cierta altura, necesito ver la Sombra Roja.

De la bruma aparece como un espectro. Sus dientes afilados saborean el ansiado majar de su alma, sus escamas rojas, duras como el acero, brillan a la luz de la luna y sus largas alas sobrevuelan el cielo nocturno más silenciosas de lo que esperaba.

Ya ha llegado. Los hombres preparan las catapultas de fuego y el aceite hirviendo está listo, pero todos sabemos que eso no será suficiente. Solo una espada empuñada por un caballero digno será capaz de matar a la Sombra Roja.

Pero, ¿Quién es realmente un caballero digno? ¿Quién tiene el corazón puro y la mente clara en estos tiempos? Cuenta la leyenda que una vez, un hombre llamado Molok consiguió matar a un dragón y como recompensa heredo su fuerza, su poder para escupir fuego y su piel de piedra, aunque nadie puede asegurarlo, ya que excepto Molok, nadie ha conseguido matar a un dragón.

Las catapultas se disparan, lanzando bolas de fuego con la intención de alejar a la Sombra Roja. Sin embargo, todos sabemos lo que quiere el dragón, todos sabemos lo que busca. Quiere la corona del rey, cuyas piedras incrustadas en oro fueron robadas de la cueva de Sombra Roja.

La ambición del Rey hizo que sus hombres robaran de su misma cueva, tesoros de un reino anterior, creyeron que el dragón no les había visto y que su presencia pasaría inadvertida, pero no fue así. A pesar de los continuos ataques que hemos sufrido por Sombra Roja desde entonces, el Rey se niega a ceder su corona y por eso estamos ahora aquí, a las puertas de la muerte esperando que nos depara el destino.

—¡Luchadora! — me grita uno de los guardias reales — ¿Qué hace aquí?

—He venido a proteger al Rey, como vosotros — miento.

—Sed bienvenida entonces, tu fama te precede desde…

Todo palidece y el dragón se alza con las alas extendidas ante nosotros. El fuego de su boca abrasa a la primera fila de soldados, entre ellos, al Capitán Drum. Sin embargo el dragón no pierde el tiempo con los soldados y se lanza sin dudarlo a la Torre del Rey. Él me mira con sus ojos inyectados en sangre, pero no siento miedo, sino respeto. Me escondo tras una piedra al ver arder su garganta, oigo los gritos de los guardias cuando el fuego les envuelve e intento no perder los nervios.

El dragón, Sombra Roja, entra sin esfuerzo en la cámara del Rey y yo entro tras él. Oculta tras su sombra espero mi momento.

—¿Qué quieres de mí, bestia inmunda? — grita asustado el Rey.

Los pocos guardias que le quedan a nuestro señor, miran con temor a su oponente, cuyas filas de dientes parecen sonreír ante la carne fresca.

—Quiero… tu muerte — susurra como una serpiente el dragón.

Su garganta se enciende y sé lo que va a pasar a continuación, es el momento de actuar. Me deslizo por debajo de él y le clavo mi espada en su garganta escamada. El dragón grita y su cuerpo se transforma. Donde antes había garras ahora hay manos, dónde antes había colmillos ahora hay dientes y donde antes había escamas ahora hay piel.

—¡Molok! — exclamo sorprendida.

Molok, el único hombre que según la leyenda había conseguido matar a un dragón, se encuentra ahora ante mis ojos. Molok era Sombra Roja, Molok era el dragón.

—Tú me has matado… — susurra — ahora tú heredarás la maldición del dragón…

Mis ojos amarillean, mi garganta me arde y de mi espalda unas alas se despliegan, ahora yo seré el dragón.

Me despierto en la consulta confusa, convencida de seguir aún en el castillo con el Rey, pero no es así. El doctor me mira sorprendido y la vez un poco conmocionado.

—¿Qué me has hecho? — pregunto asustada.

—Te he hipnotizado para ver cuál ha sido tu vida anterior y al parecer, eres sin duda alguna, la reencarnación de Iria la diosa de los dragones.

—Y eso, ¿Qué significa?

—Significa que te debo lealtad.

Los dientes del doctor se alargan, sus ojos se convierten en los de los reptiles y su piel se escama, él también es como yo.






Si te ha gustado…


Para escribir esta historia me he inspirado un poco en el Hobbit y en Smaug, no soy muy partidaria de que las criaturas fantásticas, como los dragones, hablen, pero en este caso me ha parecido correcto, ya que el dragón también es un hombre.

Todos tenemos a un dragón en nuestro interior y es nuestra misión contenerlo, aunque también es verdad que muchas veces nos sacan tanto de nuestras casillas que hasta escupimos fuego por la boca.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.

Y un saludo de Silvia!!

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