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Foto del escritorSilvia Berdejo Gomez

Era Ciborg

Hace dos días cometí un crimen, entonces fui la asesina, ahora soy la víctima, maté a mis padres, me llamaron parricida, pero lo que ellos no entienden es que ya no eran mis padres. Todo comenzó hace algunos años, tras la aparición de los exoesqueletos, se empezaron a crear piernas robóticas para los discapacitados, brazos, ojos para los tuertos y a raíz de aquello la robótica se puso de moda, la gente se sacaba los ojos y se ponía ojos robóticos sin necesidad solo para poder cambiar el color del iris a placer o se ponía literalmente músculos de acero, el mundo, se estaba volviendo loco.

Poco a poco, llegó a haber más parte robótica que biológica en la gente, estábamos perdiendo nuestra humanidad, yo me di cuenta a la primera, pero todos me decían que estaba exagerando, que no era para tanto, que seguían siendo ellos mismos. Me empezaron a presionar, mis amigos y mi familia querían que yo tuviera partes robóticas como ellos, yo decía que no, esa decisión no hacía más que darme problemas, había tiendas solo para gente medio robótica, dejaron de existir las tarjetas de crédito en su lugar te hacían un escáner de tu ojo robótico, los trabajos de clase nos lo mandaba el profesor desde la pantalla de su brazo robótico hasta las pantallas de los brazos robóticos de los alumnos; todo eso no hacía más que dificultar mi vida en sociedad.

En vacaciones, mis padres y yo hicimos un viaje en coche visitando todas las playas de la zona, en ese viaje tuvimos una fuerte discusión, ellos querían que yo tuviera una parte robótica, decían que lo iba a necesitar para los trabajos de clase, para el médico, para todo; que tenía que evolucionar como los demás, yo, en cambio, no hacía más que negarme. En ese momento, mi padre dio un fuerte giro con el coche y nos salimos de la carretera, todo fue muy rápido, vi como el coche daba vueltas, como los cristales se rompían y me rasgaban la cara.

Cuando paramos de rodar, me desmayé de dolor y me desperté días después en el hospital, mis padres estaban al lado de la cama:

-¿Qué ha pasado? – les pregunté.

-Tuvimos un fuerte accidente – me contestó mi madre cogiéndome de la mano.

Les miré, no tenían magulladuras ni siquiera un ligero rasguño:

-¿Cómo es que no tenéis ninguna herida?

Se miraron entre ellos con una sonrisa cómplice:

-El accidente solo nos dañó nuestras partes robóticas y las hemos remplazado – me contestó orgulloso mi padre - tú en cambio, al no tener partes robóticas, te has llevado la peor parte del accidente.

-¿La peor parte?

-Cariño – empezó mi madre – te han tenido que amputar el brazo, pero no te preocupes te han puesto otro robótico.

Monté en cólera, aunque de nada me sirvió, ya era tarde, mis padres lo habían hecho a propósito, de eso estaba segura.

Pasaron los meses, mis amigos y compañeros me empezaron de ver de forma distinta al saber que yo tenía una parte robótica, ya era uno de ellos, al principio odiaba mi parte robótica, pero poco a poco empecé a aceptarla y a ver sus ventajas, por ejemplo, podía viajar en avión sin que me tuvieran que cachear, ya que antes veían raro que no tuviera ninguna parte robótica o podía entrar en el metro pasando mi brazo por el lector sin tener que hablar con el guardia de mi condición, estaba empezando a acostumbrarme.

Hace dos días, me desperté en mitad de la noche por un ruido y descubrí que mis padres no estaban en su habitación, la luz de la cocina estaba encendida, así que supuse que estaban allí, fui de puntillas y esperé al lado de la puerta al oír la voz de mi madre:

-¿Crees que estamos haciendo lo correcto?

-Claro que sí, es nuestra hija, pero ya sabes lo testaruda que es con los cambios, si lo hacemos mientras duerme no sufrirá.

-Resulta vergonzoso tener una hija que no le guste la robótica, te acuerdas del escándalo que montó en el hospital cuando se enteró de que tenía un brazo robótico ¡Qué bochorno pasé!

Me asomé para ver que estaban haciendo en la cocina y nada más hacerlo me dio un vuelco el corazón, tenían dos piernas robóticas, mi padre las estaba revisando y preparando con un destornillador y mi madre le miraba trabajar con unos guantes de látex, una goma elástica y una sierra.

Ahora, dos días más tarde, miro hacia atrás y me doy cuenta de que no tenía otra opción, tenía que matarlos o me matarían ellos a mí. Me meto dentro del tren espacial, me dirijo a Marte, tengo que huir, pronto se sabrá lo que he hecho y tengo que aprovechar mi ventaja.

Sentada en el vagón miro a mi alrededor, todos son medio robóticos y eso hace que me ponga nerviosa, miro la pantalla del vagón con intención de distraerme, están echando las noticias, algo sobre un asesinato, se me cae el alma a los pies cuando aparece mi foto en la pantalla, miro a mi alrededor y veo que no soy la única que está viendo las noticias. Un hombre con la mitad de la cara metálica me mira, estoy perdida.

No puedo huir, hemos despegado hace rato, el hombre con la mitad de la cara metálica se levanta y señalándome con el dedo, grita algo en lengua ciborg. En ese momento, todos me miran y se levantan al unísono, vienen a por mí, el hombre con la mitad de la cara metálica me tira el suelo y todos se abalanzan sobre mí. Hace dos días cometí un crimen, entonces fui la asesina, ahora soy la víctima.

Si te ha gustado…

Este relato es muy especial para mí, lo escribí hace cuatro años aproximadamente y aunque ahora lo leo y veo cosas que podría mejorar a la hora de expresarme, he preferido no modificarlo. Ya que este relato me inspiro para escribir mi primera novela “La Oscuridad de Cibersión” que actualmente podéis disfrutar en Amazon.

Para escribir este relato, tal y como comento al final de mi libro, me inspiré en la aplicación de Whatsapp. Hace cuatro años, todas mis amigas tenían esta aplicación de móvil y me presionaban para tenerla también. Yo no quería tenerla porque la cogí manía, no soportaba que cuando estaba hablando con ellas se pusieran a contestar mensajes. Finalmente y por presión social, tuve que descargarme la aplicación. Sin embargo pensé: ¿Qué pasaría si en lugar de forzarnos a tener una aplicación nos presionaran para tener partes robóticas? ¿Se puede ir en contra de la evolución humana?

Para concluir, quería animaros a que si os ha gustado este relato, os pasarais por Amazon y buscarais “La Oscuridad de Cibersión” ya que en mi novela desarrollo un poco más este tema.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.

Y un saludo de Silvia!!

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