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Foto del escritorSilvia Berdejo Gomez

El Navegante

La luz de la luna sólo ilumina a los locos, pero yo defiendo la noche desde las sombras de su oscuridad. Una llamada hace que me despierte, me reclaman en la calle vieja. Ha habido un asesinato, alguien ha matado a un niño. No sé más.

Cojo mi placa y mi arma y salgo de casa despidiéndome de Mora con un ligero beso, ella se estremece y entreabre débilmente los ojos antes de volver a dormirse.

Subo al coche y llego al escenario del crimen. Noto las caras de tristeza y empatía nada más llegar, ocurre algo. Llego hasta mi compañero y él intenta detenerme:

—Apártate de mi camino, Fleber — le digo.

—Dorm no deberías ver esto — dice mi compañero.

—¿Qué quieres decir?

—El cadáver del niño, es tu hijo.

La brisa nocturna hace que se me hiele la sangre. Me niego a creerlo. Aparto a Fleber de un empujón y llego hasta el cuerpo. Está tan quieto que parece dormido, sus ojos cerrados despiertan en mí la esperanza de que algún día los abrirá, pero sé que no es así. Grito de dolor rompiendo el silencio de la noche y mis compañeros me apartan de lo que un día fue mi hijo.


Han pasado horas y aunque no soy sospechoso, estoy sentado en una sala de interrogatorios. Estoy más tranquilo, sereno, pensando para mis adentros en la venganza que voy a hacer.

—¿Quién ha sido? — le pregunto a Fleber.

—No lo sabemos, pero aún no han pasado ni veinticuatro horas y la gente ya le ha puesto nombre, el Navegante.

—¿El Navegante? — pregunto confuso

—Un testigo dice que después de matar al crío, el asesino se metió en un agujero y desapareció, se tele transportó.

—Eso no es posible — niego con la cabeza

—Lo sé, estamos investigando

Me levanto de la silla mohosa y tiro la manta que me tapaba al suelo. Fleber ya se imagina lo que pienso hacer e intenta frenarme:

—Dorm, ¡Ni se te ocurra! Ahora estas muy afectado, no piensas con claridad…

—Fleber, mi hijo ha muerto y el hijo de puta que lo ha matado sigue ahí fuera, voy a ir a por él y pienso hacer justicia.

Salgo de la comisaría dejando mi placa encima de la mesa de Fleber, lo que pienso hacer está fuera de la ley.

Mi hijo había ido a un partido de rollerball con sus amigos, por eso esa noche iba a llegar tarde a casa. Subo al coche y éste se eleva antes de arrancar, las calles de Nocturm son oscuras y electrizantes, perfectas para cometer un crimen. Un destello hace que me pare y mi instinto de poli me dice que algo va mal.

Salgo de mi aéreo300 y saco mi arma. Un ruido me sobresalta, proviene de un callejón sin salida. La visión del asesino de mi hijo rompe los esquemas:

—¡Mora! ¿Qué haces aquí? — pregunto atónito.

Sus manos aún siguen manchadas con la sangre de mi hijo. Un susurro en mi mente me hace pensar, ella nunca aceptó a mi hijo como suyo, para ella siempre fue su hijastro.

—Dorm, esto no es lo que parece, yo no soy Mora, no soy la Mora actual.

—No te entiendo — digo roto de un dolor que jamás podrá curarse.

—Vengo del futuro…

—Has matado a mi hijo — le interrumpo furioso.

—Sí, pero solo porque he visto lo que pasará, Dorm, ¿Qué harías si supieras que cuando creciera tu hijo se convertiría en un dictador, que nos llevaría a la guerra y que casi destruiría la raza humana por sus creencias?

—Te diría que mientes.

—No miento, he visto el futuro y he estado en él, gracias a esta máquina — dice señalándome el objeto de su mano.

—Si lo que dices es cierto, ¿Qué haces todavía aquí? ¿Por qué no has vuelto a tu futuro?

—Ésta máquina del tiempo me ha fallado, le había programado para volver a mi tiempo, pero he vuelto a aparecer aquí.

—Lástima.

Apunto con mi arma a la asesina de mi hijo, ella me mira desconcertada, convencida de que contándome esa historia todo se solucionaría, pero ha matado a mi hijo y eso no lo puedo perdonar. El ruido del disparo la pilla desprevenida y cae al suelo con un golpe seco. Su mirada se desvía al infinito, a una época a la que ya nunca podrá regresar. El futuro siempre puede cambiarse, es variable y al matar a mi hijo destruyó toda posibilidad de cambiarlo. La luz de la luna sólo ilumina a los locos, pero yo defiendo la noche desde las sombras de su oscuridad.

Si te ha gustado…

Este relato es un poco mezcla de novela negra y ciencia ficción, o al menos eso pretendía que fuera. Me he inspirado en Blade Runner, una de mis historias favoritas, para crear esta historia y también he hecho un pequeño guiño a la película de Rollerball, una gran película con una moraleja totalmente distinta a la que quiero transmitir ahora.

El mensaje que os quiero enseñar con este cuento, es que el futuro se puede cambiar. Si cometes un error una vez, ese error no tiene por qué condicionarte el resto de tu vida. Todo el mundo comete errores de todo tipo, algunas veces esos errores son catastróficos y tardan tiempo en arreglarse, pero al final siempre se solucionan. El tiempo lo cura todo y tú también tienes que hacerlo.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.

Y un saludo de Silvia!!

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