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Foto del escritorSilvia Berdejo Gomez

El monstruo del armario

Siempre tenemos que enfrentarnos a nuestros peores miedos a nuestras pesadillas y eso es lo que voy a hacer. Llevo varios años aterrorizada por el ser que habita en mi armario. Mis padres no me creen, no creen que haya nada en el armario y yo no sé qué hacer para que cambien de opinión.

Todas las noches espero escondida entre las sábanas, sabiendo que cuando mis padres se vayan a dormir, el monstruo golpeará la puerta de mi armario desde dentro, esperando su momento para salir. Sin embargo yo no pienso permitírselo.

Siempre cierro la puerta del armario con llave antes de dormir, pero eso no quita para que el monstruo siga intentando entrar. Oigo sus golpes, como araña la madera como un gato enfurecido y sus gritos ahogados de enfado. Algún día lo conseguirá, algún día abrirá la puerta.

Mis padres están preocupados por mis problemas para dormir, yo les digo que es el monstruo el que no me deja dormir, pero no sirve de nada. El médico me ha mandado unas pastillas, me las tengo que tomar en la cena, antes de dormir. El problema es que yo no quiero dormirme, tengo miedo de que el monstruo consiga abrir la puerta del armario y me pille dormida por culpa de esas pastillas.

Para solucionar este problema, después de comer voy al baño y me meto los dedos en la boca para vomitar. Prefiero quedarme sin cenar que me ataque el monstruo.

—¿Estás bien hija? Apenas te has tomado la sopa — me pregunta mi madre.

—Sí, estoy bien, es solo que no tengo mucha hambre — contesto levantándome de la mesa.

Dejo mi plato en el fregadero de la cocina y me meto en el baño para vomitar. Mi madre oye los ruidos de mis arcadas y llama a la puerta:

—¿Cielo estás vomitando?

Sin que me dé tiempo a contestar, mi madre abre la puerta del servicio y me pilla con los dedos en la boca. Mis padres se enfadan. Dicen que lo que estoy haciendo es muy inmaduro y que no es sano, me castigan sin salir más de dos semanas y mis quejas no hacen más que enfurecerles aún más, así que me callo hasta que paran.

Me seco las lágrimas con el papel del váter y me sorprende ver a Rita, mi hermana pequeña en el umbral de la puerta.

—Déjame sola Rita — le digo entre lágrimas.

—Yo también le oigo — me dice muy seria.

—¿Qué oyes a quién?

—Al monstruo

El corazón se me acelera y por un segundo tengo la esperanza de no estar loca.

—¿Le oyes desde tu habitación? — pregunto esperanzada.

—Sí, oigo como golpea la puerta de tu armario, como araña y como gruñe desde dentro.

Mi hermana tiembla de miedo y me mira asustada. Yo le sujeto los bracitos y la miro fijamente a los ojos.

—Tienes que decírselo a nuestros padres, así no pensarán que estoy loca, porque tú también lo escuchas.

Rita niega con la cabeza.

—Tengo miedo, el monstruo me ha dicho que no me hará nada, que solo viene a por ti.

—¿Te ha dicho eso?

El terror se apodera de mí y un escalofrío recorre mi espalda. Rita asiente con la cabeza:

—Si no le digo nada a papá y mamá, el monstruo no me hará nada.

—Ya Rita, pero a mí sí que me hará daño, ¿Quieres que el monstruo me haga daño?

Mi hermana me mira dubitativa, pero finalmente me contesta:

—Tú eres fuerte Jara, podrás con el monstruo.

—¿Y si no puedo?

—Podrás — me contesta antes de irse.

Estoy tan furiosa que pierdo el control. Agarro a mi hermana del brazo y le doy un bofetón.

—¡Diles la verdad Rita! ¡Diles a papá y a mamá lo que has oído!

Rita se pone a llorar y mis padres corren en su ayuda preocupados.

—¿Qué ha pasado? — pregunta mi madre.

—Jara me ha pegado — contesta mi hermana llorando.

—¡Jara castigada! ¡A tu habitación! — grita mi padre.

—¡No lo entendéis, Rita también lo ha oído! ¡También ha oído al monstruo de mi habitación!

—¡Ya basta! — grita mi madre sujetando a mi hermana que llora sin parar.

Al final desisto, me encierro en mi habitación furiosa y frustrada. No sé qué hacer. Lo he intentado todo, pero no lo he conseguido. Una idea loca cruza por mi mente, ¿Y si no cerrara la puerta de mi armario con llave esta noche? ¿Qué pasaría?

Mi padre siempre dice que hay que enfrentarse a tus miedos, que es la única forma de vencerlos, de hacerte más fuerte.

Me decido. Esta noche no duermo, me siento en el suelo de mi habitación con las piernas cruzadas y espero. Oigo como mis padres arropan a mi hermana en la habitación contigua, como mis padres apagan las luces y me meten en su habitación. Yo no aparto la vista de mi armario.

Pasan diez minutos, veinte y no se oye nada. Entonces la puerta de mi armario se entreabre ligeramente y el pulso se me acelera, ¿Y si he cometido un error? ¿Y si el monstruo quiere matarme?

La puerta se abre del todo y no puedo creer lo que hay en su interior. El monstruo sale y no es como lo imaginaba, es un ser brillante de forma humana, no tiene rostro, pero sé que me está mirando. El interior de su “cueva” aún guarda un secreto, una espiral de luces se abre ante mí, parece el espacio.

El monstruo me ofrece su mano, la miro dudosa, pero finalmente le doy la mía. Si piel es fría, como de cristal. El ser de luz me guía hacia el interior del armario y me detengo justo enfrente, ¿Debería entrar? Siempre tenemos que enfrentarnos a nuestros peores miedos a nuestras pesadillas y eso es lo que voy a hacer.

Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en dos cosas: el relato de “Muerte Súbita” del libro de “Trece Sombras” de Gemma Herrero Virto y en la serie de Stranger Things.

Me he fijado en éstas dos cosas porque las dos tienen algo en común, algo extraño aguarda entre las paredes, en el armario. Esta historia tiene un final abierto, dejo a la imaginación del lector cómo será el País de los monstruos, ¿Será Narnia? ¿Será como Monstruos S.A.?

Esta trama tiene algo especial, un mensaje que quiero transmitir y que la verdad es como una regla de oro para mí: Enfréntate a tus miedos. Sé valiente, porque nadie lo será por ti.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.

Y un saludo de Silvia!!

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