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Foto del escritorSilvia Berdejo Gomez

El Despertar

Vivimos en una democracia extrema, cualquier decisión por nimia que sea se expone a votación. Todos los ciudadanos están obligados a llevar unos marcadores, dichos marcadores tienen un botón que es una fecha hacia arriba y un botón que es una fecha hacia abajo. El dinero ya no existe, ahora nuestra sociedad se mueve por puntos, es decir, que si yo recibo suficientes “like’s” en mi marcador, podré tener acceso a vacunas, comida.. todo lo que pueda necesitar, pero si estoy por debajo del límite de puntos y tengo suficientes “dislike’s” como para ser una indeseable, puedo ser arrestada por la Guardia y estos expondrán mi caso en un comité, donde se decidirá si soy digna de vivir en sociedad o si es necesaria mi muerte por el bien común.

Es final de mes, por lo que ya he recibido mi paga de “like’s” y tengo suficientes puntos como para tomarme un café en la cafetería de la esquina. El café de la cafetería Freedom es inmejorable, por eso siempre hay una cola interminable de gente a la entrada, decido esperar la cola, no tengo prisa, es viernes por la tarde y puedo descansar.

Ya cerca de la caja para pagar, hay una señora que discute acaloradamente con la cajera.

—Lo siento señora, pero no puedo darle un café, su marcador está por debajo de 500 puntos — dice la cajera.

—Pero, por favor, ¡tengo tan pocos puntos por una estupidez que hice cuando tenía 15 años! ¡no soy una indeseable! Tan solo cometí el error de hacer una pintada en la pared del colegio y aún ahora sigo pagando mi deuda.

—Pues lo siento, cuando termine de pagar su deuda yo misma le serviré el café.

La señora se acaba saliendo de la cola indignada, seguida por los insultos de la acalorada multitud de gente que sigue esperando su café. No puedo evitar sentir cierta lástima por ella, pero en esta sociedad, hay que mirar siempre por uno mismo, cumplir tu parte y rezar por caer bien a los demás.

Llega mi turno y compro mi café, decido tomármelo en la misma cafetería y encuentro un asiento libre cerca de la gran pantalla de televisión. Como era de esperar, están echando otro comité por televisión.

El caso de Alfred Moore, un respetado profesor, cuyo perro no deja de ladrar por las noches, molestando así a todo el vecindario. Al negarse Moore a sacrificar a su perro por el bien común, éste ha recibido tantos dislike’s de sus vecinos que al final la guardia ha tenido que llevárselo arrestado.

“Bueno, damas y caballeros, ya habéis oído al acusado y ahora, ¡qué comiencen las votaciones! Oigamos qué piensa el pueblo, ¿debería Alfred ser reacondicionado? O ¿deberíamos concederle una segunda oportunidad?” — dice el presentador del comité tras la pantalla.

En la pantalla se muestra el número de identificación de Alfred y todos los de la cafetería se disponen a votar su caso introduciendo el número de identificación del pobre profesor Moore.

Yo decido no votar, ser juez y verdugo de un hombre al que apenas conozco, del que solo sé las noticias que se ven en la televisión, no me parece justo.

Antes de que salga un veredicto, un hombre se sienta en mi mesa y me mira con curiosidad.

—¿Tú no votas? — me pregunta.

Se me hace un nudo en el estómago, pero intento aparentar normalidad.

—No he podido estar demasiado atenta al caso, pero estoy segura de que los ciudadanos tomarán la decisión correcta.

“Bueno, Alfred, parece que el pueblo te cree culpable, ¡qué la Guardia se lleve al sujeto!” — anuncia el Presentador por encima de los gritos desesperados de Moore.

—Parece que le han declarado culpable — dice el hombre mirándome fijamente.

—Eso parece.

—Señora Bilo, ¿cree realmente que eso es justicia? ¿cree que es verdaderamente el pueblo el que vota los juicios?

Se me acelera el corazón y me empiezan a sudar las manos.

—¿Cómo sabe mi nombre? — pregunto con un hilo de voz.

—Responda a la pregunta, por favor.

—Sí, claro, supongo que sí — miento.

—¿Supone? — insiste el hombre misterioso con una sonrisa — ¿Qué me diría si le dijera que las votaciones están amañadas, que realmente lo que tu votas en tu marcador no sirven más que para las estadísticas?

No contesto, es una idea aterradora que a todos se nos ha pasado alguna vez por la cabeza. Si realmente fueran los poderosos los que toman las decisiones y nos hacen creer que somos nosotros los que decidimos, significaría que el sistema está corrupto y que por lo tanto, la democracia extrema no funciona.

Todo el sistema se colapsaría, nuestra forma de vivir tendría que cambiar y ello conllevaría, la guerra.

—¿Por qué me hace estas preguntas?

—Porque la he estado observando, señora Bilo, y no es la típica ciudadana, no vota los juicios, no sale con su jefe para conseguir más puntos y tiene la osadía de traspasar puntos a los más necesitados.

—¿Qué quiere de mí?

—Pertenezco a una organización que va en contra del Gobierno, se llama El Despertar y con nuestra organización, pensamos despertar a la nación, acabar con el sistema de puntos y derrocar a un sistema tan podrido y corrupto como el que estamos viviendo. ¿Se apuntaría?

Siempre he vivido en la sombra, he procurado permanecer invisible y pasar desapercibida, pero hay una cosa que no puedo ignorar. Soy consciente de que el sistema es corrupto, mi madre sufrió las consecuencias del sistema cuando cometió la osadía de robar una naranja en una frutería, porque no teníamos suficientes puntos para comprarla. Fue asesinada después del comité.

—Me apunto — afirmo con rotundidad.








Si te ha gustado…


Para escribir este relato me he inspirado en la serie de Seth MacFarlane, The Orville, una parodia al estilo Star Trek. En uno de sus episodios, Seth indagó un poco sobre el tema de “la democracia extrema” y me pareció un tema muy interesante. Sin embargo, la forma en la que transcurrió la historia no era la que me esperaba.

Este relato, explica muy bien lo que pensé la primera vez que oí hablar de la democracia extrema y guarda una moraleja una conclusión que podría ser la siguiente: “¿sabemos realmente lo que pasa a nuestro alrededor? ¿somos dignos de juzgar a todo el mundo sin saber la verdad?”.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.

Y un saludo de Silvia!!

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