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Foto del escritorSilvia Berdejo Gomez

El Asesino

Jamás pensé que pasaría las primeras pruebas. Con la entrevista personal pensé que me descartarían, pero no fue así. Ahora estoy esperando para la prueba final, la llamada Dinámica de Grupo.

La sala de espera resulta sospechosamente tranquila, un hilo musical relaja la estancia, mientras unas revistas adornan la mesa más cercana. Hay otras personas en la sala y me pregunto si serán mis oponentes. Al fin y al cabo, solo una persona saldrá de aquí con un puesto de trabajo.

Nos ofrecen a todos café y té lo cual nos relaja bastante para lo que está por venir. Después de media hora, nos empiezan a llamar, uno a uno vamos pasando, hasta que al final me reúno con ellos en una sala con una larga mesa en el centro. Todos se sientan alrededor de dicha mesa, así que yo hago lo propio.

Al cabo de unos minutos, un hombre entra en la sala con una Tablet entre las manos, por su desparpajo parece estar al mando:

—Bienvenidos, todos ustedes han sido cuidadosamente escogidos para cumplir los objetivos de la empresa. Todos son perfectamente válidos para cumplir nuestras expectativas. Sin embargo, necesitamos una comprobación más, necesitamos ver cómo interactúan con otras personas. De ahí que todos hayáis tenido que firmar este contrato de confidencialidad y conformidad con la siguiente prueba psicológica.

—Respecto a ese contrato de confidencialidad, hay una cláusula que me preocupa — interrumpe una de las candidatas.

—¿Sí? ¿cuál de ellas?

—La de que si nos ocurre algo durante la prueba, la empresa no se hace responsable.

—Así es, si ocurre algún accidente durante la prueba la empresa no será responsable, si no está conforme con esto, ahí tiene la puerta — dice el instructor señalando fríamente la puerta por la que hemos entrado.

La candidata rehúsa la invitación del responsable y con ello, empieza la prueba:

—Os vamos a dar a todos un papel, dentro del papel podréis ver vuestro perfil y con ese perfil tendréis que actuar en consecuencia.

Una de las empleadas se pasa por nuestro lado con un cuenco lleno de papeles doblados. Uno por uno, vamos cogiendo uno de los papelitos del cuenco y tras asegurarnos de que nadie nos mira, abrimos el papel.


“Víctima nº4”


Me aterro al leer en el papel esas dos únicas palabras, pero intento mantener la calma y esperar a la explicación de la prueba:

—Bien, el juego es el siguiente — nos sigue explicando el entrevistador — en esta sala hay un asesino, debéis averiguar quién es antes de os elimine como amenaza. Recordar, el tiempo corre, cada veinte minutos si no habéis averiguado quién es el asesino, morirá alguien. La única regla que hay es esta: una vez empiece la prueba, nadie podrá salir de ella hasta que termine. ¿Alguna pregunta?

Nadie dice nada, aunque todos tenemos preguntas que hacer. El miedo y la presión de la prueba nos impide decir nada.

—En ese caso, buena suerte.

Tanto el entrevistador como la empleada desaparecen por la puerta, dejándonos a los candidatos a solas es una sala tan vacía como su decoración.

En los primeros minutos nadie habla, nadie está seguro de cómo empezar. Sin embargo, un hombre rubio y aspecto desenfadado es el primero en hablar:

—Bien, empecemos, os diré quién creo que es el asesino, yo creo que el asesino eres tú — dice señalando a la mujer más mayor de la sala.

—¿Yo? ¿por qué yo?

—Porque has reaccionado de manera muy extraña cuando has visto lo que está escrito en tu hoja.

—Yo no he reaccionado de ninguna forma — protesta la mujer.

Pasa el tiempo y aunque hay muchas acusaciones nadie se pone de acuerdo en acusar a nadie de ser el asesino. Miro el reloj con preocupación y descubro que ya han pasado veinte minutos.

—¡Chicos mirad! — exclamo.

Todos miran el reloj y se dan cuenta de lo que quiero decir.

—Bueno, ¿quién es la primera víctima? ¿quién se ha quedado sin empleo? — dice animadamente el rubio.

De pronto, la mujer que acusaron por primera vez de ser la asesina se pone blanca. Empieza a toser con dificultad como si le faltara el aire y una espuma blanca le empieza a salir por la boca. Intentamos ayudarla, pero cuando queremos darnos cuenta, ya está muerta.

—Mirad su papel, ponía “Víctima nº1” — dice el candidato afroamericano.

Por un momento mi corazón deja de latir, el aire deja de entrar en mis pulmones y el miedo empieza a apoderarse de mí.

—De acuerdo, creo que hay una manera muy sencilla de saber quién es el asesino — digo — mostrar todos vuestro papel.

Todo el mundo obedece y enseña a los demás lo que pone escrito en el papel que escogieron: Victima nº2, víctima nº5, víctima nº8, pero ningún asesino. Nadie tiene en su papel escrito Asesino.

—¿Cómo es posible? — pregunta una de las candidatas.

—Porque el asesino no somos ninguno de nosotros — contesto.

—Pero han dicho que hay un asesino esta sala.

—Sí y es un asesino silencio, tan silencioso como el veneno — contesto mirando a la cámara desde donde nos observa el entrevistador.

—¿Veneno? ¿cuándo nos han inyectado veneno?

—¡En el café! — exclama uno — ¡en el café antes de entrar en esta sala!

—¿Por qué harían esto?

Intento pensar en lo ocurrido desde que entré aquí. En toda la empresa, solo recuerdo haber visto a dos personas: la empleada y el entrevistador. Recuerdo lo que pensé al saber dónde se haría la entrevista, en lo apartado que estaba el sitio, lejos de la ciudad y de la gente y entonces ato cabos.

—Porque esto no es una entrevista de trabajo — contesto segura de mis palabras — estamos encerrados aquí, somos los rehenes y el único asesino que hay, es el sociópata que nos observa a través de la cámara, ya le habéis oído, esto es un juego, un juego para él.








Si te ha gustado…


Para escribir esta historia me he inspirado en dos películas: Saw y After the Dark. Me he inspirado en Saw porque al fin y al cabo son un grupo de personas que acaba siendo prisionero de un psicópata, pero también me he inspirado en After the Dark, una película dónde se habla sobre todo de “juegos psicológicos”.

La moraleja de esta historia es: “ten cuidado de dónde haces una entrevista de trabajo porque puedes acabar muerto”. Al anunciarnos con nuestros currículums no solo estamos llamando la atención de las empresas sino de todo el mundo y esto puede caer en malas manos.

Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.

Y un saludo de Silvia!!

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